BIG DATA EN MEDICINA

BIG DATA EN MEDICINA

¿Sabías que se estima que en 2020 el volumen de datos de salud del mundo podría rellenar 500 billones de archivadores de 4 cajones? En cuanto a cantidades, eso equivale a 25.000 petabytes, frente a los 500 petabytes que almacenábamos en 2012. Gracias a las nuevas tecnologías, el sector de la salud no cuenta solo con información sobre historiales médicos, radiografías o secuencias de genes, sino también imágenes en 3D, o la lectura de sensores biométricos. La complejidad de los datos es mucho mayor, así como su forma de ser tratada. Esta cantidad de información, muy difícil de procesar por técnicas convencionales de análisis de datos, requiere de un sistema mucho más avanzado para ser tratada. Se le conoce como Big Data, y va pisando fuerte en la sociedad.

Pero ¿de qué estamos hablando exactamente cuando nos referimos al Big Data? Hablamos del conjunto de datos masivos que deben ser procesados y tratados mediante nuevas técnicas, basadas en herramientas tecnológicas innovadoras. De esta manera, se podrían almacenar, procesar, analizar e interpretar grandes volúmenes de datos utilizando, en su mayoría, técnicas de tratamiento basadas en la estadística.

En el sector de la salud, la aplicación de estos procedimientos para controlar conjuntos de datos masivos se ha vuelto imprescindible, tanto en el ámbito de la investigación científica como en el del servicio sanitario (consultas, historiales clínicos, análisis, gestión de los centros de salud…). Mediante técnicas de Big Data se podrían almacenar los datos de un paciente para crear un historial clínico al que podrían acceder todos los médicos, predecir la aparición de ciertas enfermedades e incluso recomendar tratamientos especializados para el paciente gracias al cruce de los datos de la población.

De las fichas médicas a la nube

Toda la información en un único lugar. Acostumbrados a los sistemas de almacenamiento en la nube, como iCloud o Google Drive, ¿por qué no hacer lo mismo con la información sanitaria? Hoy día, existen plataformas como GreenCube, creada por la compañía Asisa, que permiten almacenar el historial clínico de los pacientes en un solo lugar. De esta manera, es posible acceder a la información desde todas partes, así como facilitar los procesos dentro del sistema de salud, en incluso mejorar las capacidades de diagnóstico y tratamiento de enfermedades, ya que el médico cuenta con un cuadro completo del paciente.

Un avance curioso en este aspecto es el caso de Watson, un procesador de lenguaje natural que es capaz de leer 200 millones de páginas en tres segundos, y de esa forma, puede analizar el historial de un paciente y sus síntomas, y crear una lista de enfermedades probables, ayudando a dar un diagnóstico correcto.

Atención remota y medicina personalizada

¿Habías pensado alguna vez que un tatuaje podría enviar todos los datos sobre tu estado de salud a tu médico? Se conocen como tatuajes digitales y tatuajes LED, y son una forma de monitorización remota que permite controlar el estado de salud del paciente. Los primeros se sellan en la piel y controlan, entre otras cosas, la temperatura corporal, los niveles de hidratación o la exposición a rayos ultravioleta. Los tatuajes LED, por su parte, se implantan en la piel, y en su tinta contiene chips de silicio del tamaño de un grano de arroz que almacena información sobre los niveles de nutrientes en el organismo, como el azúcar o el colesterol. Es tan solo un ejemplo del enorme potencial que tiene para la salud disciplinas como la robótica, el Big Data y la Inteligencia Artificial.






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